Además de mejorar la concentración y la coordinación, el punto de cruz ha sido utilizado desde antaño como terapia para relajarse y estimular el hemisferio derecho del cerebro.
El punto de cruz posee una larga historia. Los fragmentos más antiguos provienen de Asia Central y datan del año 850 a. C. Hubo un tiempo en que esta técnica tan sólo se utilizaba para tejer artículos, pero con el paso de los años el punto de cruz ha demostrado tener un sinfín de beneficios terapéuticos. Son muchas las personas que han tomado esta forma de bordar como una vía para relajarse y estimular la creatividad.
Se ha demostrado que al focalizarse en una tarea como el punto de cruz durante un largo periodo de tiempo se mejora el nivel de concentración y de coordinación entre las manos y los ojos. También se estimula el hemisferio derecho del cerebro, que se asocia con la creatividad. Es por eso que las personas que tienen trabajos con un gran nivel de responsabilidad, en los que se les requiere constantemente que desarrollen soluciones creativas, encuentren en el punto de cruz un buen entrenamiento para el área creativa del cerebro, como haría cualquier disciplina artística.
Este tipo de personas también concibe el punto de cruz como ejercicio que ayuda a mejorar la atención, ya que para realizar un bordado hace falta un gran estado de concentración. Se ha demostrado que al conseguir llegar a ese punto se reduce la presión arterial; y al crear objetos útiles y bonitos aumenta el nivel de confianza en uno mismo, ya que cuando se termina se obtiene un producto de propia creación fruto del esfuerzo personal.